Re: DIA
Publicado: 28 Mar 2022 14:29
artÃculo de hoy en EL PAIS:
"El oligarca MijaÃl Fridman: “Tengo que comer en casa y prácticamente me encuentro bajo arresto domiciliario â€
El accionista de los supermercados Dia, en la lista negra de la UE por la guerra de Ucrania, considera “contraproducentes†las sanciones contra Moscú: “Empujan a los empresarios a volver a Rusiaâ€.
El oligarca MijaÃl Fridman (ciudadano de Rusia e Israel nacido hace 57 años en la ciudad ucrania de Lviv) se muestra escéptico sobre la utilidad de las sanciones que Occidente ha impuesto al empresariado ruso, entre ellos él mismo, como respuesta a la invasión de Ucrania. “El populismo es muy atractivo, pero desde el punto de vista práctico las sanciones son contraproducentes porque empujan a estos empresarios a volver a Rusia, puesto que no pueden ir a otra parteâ€, señala en una conversación con este periódico desde Londres, donde reside desde 2015.
Fridman se siente confinado. El magnate ha dejado sus cargos en empresas, incluido el consejo de administración de LetterOne, grupo de inversión en el que él y su socio Petr Aven controlan algo menos del 50%. LetterOne posee el 77% de la cadena de supermercados Dia. Sus tarjetas de crédito han sido bloqueadas y no puede desplazarse a paÃses de la Unión Europea. “Las autoridades de Gran Bretaña deben asignarme una determinada suma para que pueda ir en taxi y comprar comida, pero será una cantidad muy limitada en relación al coste de la vida en Londres. No sé aún si me bastará para vivir normalmente, sin excesos. Ni siquiera puedo invitar en un restaurante. Tengo que comer en casa y prácticamente me encuentro bajo arresto domiciliarioâ€, dice.
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Últimas noticias de la guerra en Ucrania, en directo
Cuenta el empresario que no sabe aún si podrá seguir manteniendo la casa que compró y restauró cuando se trasladó a la capital británica junto con su familia en una época en la que ya habÃa comenzado el clima de inestabilidad para las inversiones en Rusia. Uno de los fines de su mudanza a Londres era diversificar los activos que habÃa obtenido en la venta (a la empresa estatal Rosneft) de su participación en el gran consorcio petrolero privado TNK-BP. “No está claro que pueda seguir viviendo en Londres o si me veré obligado a irme, algo que ahora no puedo y no quiero hacer por muchas causasâ€, señala.
“A Occidente no le irá mejor si obliga a muchos brillantes e interesantes empresarios a marcharse a Rusia, en lugar de integrarlos más e intentar que adopten alguna posición, aunque es evidente que el empresariado privado tiene una influencia nula sobre [VladÃmir] Putinâ€, afirma.
Fridman califica de “idiotez†la opinión según la cual los oligarcas pueden obligar al presidente ruso a interrumpir la guerra, una palabra que elude, ya que prefiere referirse a esta realidad sangrienta con eufemismos y expresiones tales como “catástrofe†o “lo que sucede (en Ucrania)â€.
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“No estoy dispuesto a que corran riesgos las numerosas personas que dependen de mÃâ€, dice, refiriéndose al contingente de 400.000 a 500.000 empleados que, según él, trabajan o están relacionados con sus compañÃas en Rusia.
Opina Fridman que, si bien los empresarios privados no pueden influir sobre Putin, sà podrÃan, en cambio, “intentar trasmitir su punto de vista si tuvieran más libertad de elecciónâ€. En las actuales condiciones “los sancionados tendrán que volver a Rusia, donde no les quedará más salida que ser absolutamente leales, y donde seguirán trabajando, porque son gentes enérgicas, brillantes y con talento, y fundarán negocios y crearán puestos de trabajoâ€, señala.
La conversación se asemeja a un paseo por la cuerda floja, en el que cualquier pérdida del equilibrio —en este caso verbal— puede tener graves consecuencias, sea cual sea la dirección de la caÃda. En Occidente, las sanciones; en Rusia, la reacción de sus irascibles dirigentes. Fuentes moscovitas afirman que el personal de diversos empresarios rusos residentes en Occidente ha comenzado a ser interpelado por los servicios de seguridad, interesados en saber si sus patrones tienen intención de regresar a la patria.
“Nunca quisimos acercarnos al poderâ€
Insiste el oligarca en la necesidad de que Occidente comprenda que “existen distintos rusos y que no se puede castigar a todosâ€. “Occidente debe ser más inteligente, porque castigar a los rusos solo por el hecho de ser rusos incrementa la confrontación y también el número de partidarios de la polÃtica antioccidental en Rusiaâ€.
“Llevo ocho años en Londres, he invertido miles de millones de dólares en Gran Bretaña y otros paÃses europeos y la respuesta a esto es que me lo confiscan todo y me echanâ€, se queja. Los oligarcas no están unidos por un sentido gremial. “No existe un club de oligarcas. Todos somos gente diferente. Para tener una iniciativa hay que hablar con alguien y lo más horrible es que nadie aquà habla con nosotrosâ€, exclama Fridman.
“Nos dedicábamos exclusivamente a los negocios y nunca quisimos acercarnos al poder, siempre intentábamos mantenernos a distancia y no participábamos en ninguna discusión que no se refiriera directamente a las condiciones de gestión del negocio. Nos propusimos mantener una relación constructiva con las autoridades y no entrar en ningún conflicto con ellas. Putin no admitÃa ninguna discusión sobre polÃtica interiorâ€, explica sobre sus actividades empresariales en Rusia.
En 2003, cuando Putin marcó los lÃmites al oligarca MijaÃl Jodorkovski (que acabó encarcelado), quedó claro que “cualquier participación en la vida polÃtica era inaceptableâ€. “A partir de entonces no apoyamos a ningún polÃtico, porque considerábamos que hubiera sido una transgresión del marco que el Kremlin exigÃa del empresariadoâ€, continúa.
Aunque asegura no haber financiado a partidos polÃticos, Fridman afirma haber hecho una excepción con Boris Nemtsov, de la Unión de las Fuerzas de Derechas (SPS, en su abreviatura rusa) cuando esta formación estaba aún representada en la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento). Lo hizo, dice, “porque esta fuerza estaba orientada a la empresa privadaâ€. Y por un segundo motivo: “Nemtsov era muy buen amigo mÃo, un verdadero polÃtico, absolutamente honrado, incorruptible y abiertoâ€. El polÃtico fue asesinado al lado del Kremlin en febrero de 2015.
El oligarca admite que “algunas sanciones económicas pueden ser eficaces, porque presionan sobre la economÃa rusa y en consecuencia influyen en la opinión de los lÃderes del paÃs. “Pero las sanciones contra empresarios privados no tienen sentido, porque la mayorÃa de ellos han hecho su negocio gracias a su talento, esfuerzo y cualidades personalesâ€, continúa.
Después de que Bruselas incluyera a Fridman en su lista negra de empresarios sancionados por su supuesta vinculación con Putin, el oligarca ha abandonado todos los cargos que detentaba, tanto en sus empresas como en entidades culturales en las que participaba. Esto incluye el consejo de administración del conglomerado LetterOne, (inversor en la cadena de supermercados DÃa en España y de Alfa Bank, el primer banco privado de Rusia). El empresario, varios de cuyos antepasados perecieron en el Holocausto, se retiró también del consejo de supervisión del Centro Conmemorativo del Holocausto Babi Yar, un proyecto inaugurado en octubre de 2021, en presencia del presidente de Ucrania, VolodÃmir Zelenski. El memorial se encuentra en el lugar cercano a Kiev donde los ocupantes nazis exterminaron a cerca de 100.000 judÃos de 1941 a 1943.
En enero, Fridman asistió en Madrid a una proyección de la pelÃcula Babi Yar. Contexto, del ucranio Serguéi Loznitsa, organizada por la Fundación Hispano JudÃa. Entre los proyectos que el oligarca estaba dispuesto a cofinanciar poco antes de ser afectado por las sanciones, está una exposición de material gráfico inédito de la Guerra Civil Española, planeada por la Asociación de Aviadores de la República española (ADAR)."
"El oligarca MijaÃl Fridman: “Tengo que comer en casa y prácticamente me encuentro bajo arresto domiciliario â€
El accionista de los supermercados Dia, en la lista negra de la UE por la guerra de Ucrania, considera “contraproducentes†las sanciones contra Moscú: “Empujan a los empresarios a volver a Rusiaâ€.
El oligarca MijaÃl Fridman (ciudadano de Rusia e Israel nacido hace 57 años en la ciudad ucrania de Lviv) se muestra escéptico sobre la utilidad de las sanciones que Occidente ha impuesto al empresariado ruso, entre ellos él mismo, como respuesta a la invasión de Ucrania. “El populismo es muy atractivo, pero desde el punto de vista práctico las sanciones son contraproducentes porque empujan a estos empresarios a volver a Rusia, puesto que no pueden ir a otra parteâ€, señala en una conversación con este periódico desde Londres, donde reside desde 2015.
Fridman se siente confinado. El magnate ha dejado sus cargos en empresas, incluido el consejo de administración de LetterOne, grupo de inversión en el que él y su socio Petr Aven controlan algo menos del 50%. LetterOne posee el 77% de la cadena de supermercados Dia. Sus tarjetas de crédito han sido bloqueadas y no puede desplazarse a paÃses de la Unión Europea. “Las autoridades de Gran Bretaña deben asignarme una determinada suma para que pueda ir en taxi y comprar comida, pero será una cantidad muy limitada en relación al coste de la vida en Londres. No sé aún si me bastará para vivir normalmente, sin excesos. Ni siquiera puedo invitar en un restaurante. Tengo que comer en casa y prácticamente me encuentro bajo arresto domiciliarioâ€, dice.
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Últimas noticias de la guerra en Ucrania, en directo
Cuenta el empresario que no sabe aún si podrá seguir manteniendo la casa que compró y restauró cuando se trasladó a la capital británica junto con su familia en una época en la que ya habÃa comenzado el clima de inestabilidad para las inversiones en Rusia. Uno de los fines de su mudanza a Londres era diversificar los activos que habÃa obtenido en la venta (a la empresa estatal Rosneft) de su participación en el gran consorcio petrolero privado TNK-BP. “No está claro que pueda seguir viviendo en Londres o si me veré obligado a irme, algo que ahora no puedo y no quiero hacer por muchas causasâ€, señala.
“A Occidente no le irá mejor si obliga a muchos brillantes e interesantes empresarios a marcharse a Rusia, en lugar de integrarlos más e intentar que adopten alguna posición, aunque es evidente que el empresariado privado tiene una influencia nula sobre [VladÃmir] Putinâ€, afirma.
Fridman califica de “idiotez†la opinión según la cual los oligarcas pueden obligar al presidente ruso a interrumpir la guerra, una palabra que elude, ya que prefiere referirse a esta realidad sangrienta con eufemismos y expresiones tales como “catástrofe†o “lo que sucede (en Ucrania)â€.
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“No estoy dispuesto a que corran riesgos las numerosas personas que dependen de mÃâ€, dice, refiriéndose al contingente de 400.000 a 500.000 empleados que, según él, trabajan o están relacionados con sus compañÃas en Rusia.
Opina Fridman que, si bien los empresarios privados no pueden influir sobre Putin, sà podrÃan, en cambio, “intentar trasmitir su punto de vista si tuvieran más libertad de elecciónâ€. En las actuales condiciones “los sancionados tendrán que volver a Rusia, donde no les quedará más salida que ser absolutamente leales, y donde seguirán trabajando, porque son gentes enérgicas, brillantes y con talento, y fundarán negocios y crearán puestos de trabajoâ€, señala.
La conversación se asemeja a un paseo por la cuerda floja, en el que cualquier pérdida del equilibrio —en este caso verbal— puede tener graves consecuencias, sea cual sea la dirección de la caÃda. En Occidente, las sanciones; en Rusia, la reacción de sus irascibles dirigentes. Fuentes moscovitas afirman que el personal de diversos empresarios rusos residentes en Occidente ha comenzado a ser interpelado por los servicios de seguridad, interesados en saber si sus patrones tienen intención de regresar a la patria.
“Nunca quisimos acercarnos al poderâ€
Insiste el oligarca en la necesidad de que Occidente comprenda que “existen distintos rusos y que no se puede castigar a todosâ€. “Occidente debe ser más inteligente, porque castigar a los rusos solo por el hecho de ser rusos incrementa la confrontación y también el número de partidarios de la polÃtica antioccidental en Rusiaâ€.
“Llevo ocho años en Londres, he invertido miles de millones de dólares en Gran Bretaña y otros paÃses europeos y la respuesta a esto es que me lo confiscan todo y me echanâ€, se queja. Los oligarcas no están unidos por un sentido gremial. “No existe un club de oligarcas. Todos somos gente diferente. Para tener una iniciativa hay que hablar con alguien y lo más horrible es que nadie aquà habla con nosotrosâ€, exclama Fridman.
“Nos dedicábamos exclusivamente a los negocios y nunca quisimos acercarnos al poder, siempre intentábamos mantenernos a distancia y no participábamos en ninguna discusión que no se refiriera directamente a las condiciones de gestión del negocio. Nos propusimos mantener una relación constructiva con las autoridades y no entrar en ningún conflicto con ellas. Putin no admitÃa ninguna discusión sobre polÃtica interiorâ€, explica sobre sus actividades empresariales en Rusia.
En 2003, cuando Putin marcó los lÃmites al oligarca MijaÃl Jodorkovski (que acabó encarcelado), quedó claro que “cualquier participación en la vida polÃtica era inaceptableâ€. “A partir de entonces no apoyamos a ningún polÃtico, porque considerábamos que hubiera sido una transgresión del marco que el Kremlin exigÃa del empresariadoâ€, continúa.
Aunque asegura no haber financiado a partidos polÃticos, Fridman afirma haber hecho una excepción con Boris Nemtsov, de la Unión de las Fuerzas de Derechas (SPS, en su abreviatura rusa) cuando esta formación estaba aún representada en la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento). Lo hizo, dice, “porque esta fuerza estaba orientada a la empresa privadaâ€. Y por un segundo motivo: “Nemtsov era muy buen amigo mÃo, un verdadero polÃtico, absolutamente honrado, incorruptible y abiertoâ€. El polÃtico fue asesinado al lado del Kremlin en febrero de 2015.
El oligarca admite que “algunas sanciones económicas pueden ser eficaces, porque presionan sobre la economÃa rusa y en consecuencia influyen en la opinión de los lÃderes del paÃs. “Pero las sanciones contra empresarios privados no tienen sentido, porque la mayorÃa de ellos han hecho su negocio gracias a su talento, esfuerzo y cualidades personalesâ€, continúa.
Después de que Bruselas incluyera a Fridman en su lista negra de empresarios sancionados por su supuesta vinculación con Putin, el oligarca ha abandonado todos los cargos que detentaba, tanto en sus empresas como en entidades culturales en las que participaba. Esto incluye el consejo de administración del conglomerado LetterOne, (inversor en la cadena de supermercados DÃa en España y de Alfa Bank, el primer banco privado de Rusia). El empresario, varios de cuyos antepasados perecieron en el Holocausto, se retiró también del consejo de supervisión del Centro Conmemorativo del Holocausto Babi Yar, un proyecto inaugurado en octubre de 2021, en presencia del presidente de Ucrania, VolodÃmir Zelenski. El memorial se encuentra en el lugar cercano a Kiev donde los ocupantes nazis exterminaron a cerca de 100.000 judÃos de 1941 a 1943.
En enero, Fridman asistió en Madrid a una proyección de la pelÃcula Babi Yar. Contexto, del ucranio Serguéi Loznitsa, organizada por la Fundación Hispano JudÃa. Entre los proyectos que el oligarca estaba dispuesto a cofinanciar poco antes de ser afectado por las sanciones, está una exposición de material gráfico inédito de la Guerra Civil Española, planeada por la Asociación de Aviadores de la República española (ADAR)."